El poder de los bloqueos y las creencias familiares - una analogía con el elefante domesticado

¿Alguna vez te has dicho a ti mismo que algo no es posible y alguien va y lo hace? ¿Alguna vez te has encontrado pensando "no puedo hacer algo" o "nunca tendré éxito haga lo que haga"? Bueno, si sientes que algunas cosas son muy difíciles y que tienes bloqueos en algún área de tu vida, sigue leyendo.

Cuando la protección y el cuidado se convierten en un obstáculo

De niños, crecemos en un entorno familiar en el que se nos imponen diversas limitaciones e imposiciones. En ese momento, se dicen muchas frases como forma de protección y cariño, pero éstas pueden convertirse en limitaciones en otras etapas de la vida.

Oímos frases como: "No puedes hacer eso", "Eso es feo", "Eso no es algo que deba hacer una buena chica/un buen chico". En otras ocasiones también podemos oír cosas como "no puedes hacerlo", "es demasiado pesado/difícil/complicado para ti", "no eres capaz", entre otras. A menudo no nos damos cuenta, pero en cierto modo puede infiltrarse en nuestra psique.

Carl Jung explora un concepto de la psicología analítica procedente de la antropología llamado "participación mística", en el que el individuo no puede distinguirse muy claramente en relación con el objeto. De niños, a menudo nos identificamos mucho con lo que nos dicen nuestros padres y este efecto puede durar hasta la edad adulta, incluso en la ausencia de ellos, por lo que podemos crecer como elefantes atados a una cuerda.

La analogía con el elefante atado a una cuerda

De joven, el elefante está atado a una cuerda gruesa y a una estaca firmemente clavada en el suelo, de la que intenta liberarse innumerables veces, pero no puede porque aún no es lo bastante fuerte.

Incluso después de un tiempo, cuando ya se ha desarrollado pero aún es joven, sigue luchando por liberarse de esa condición, pero poco a poco se da cuenta de que, aunque continúe, no será lo suficientemente fuerte y llega un momento en que siente que nunca logrará ser más fuerte que la cuerda y abandona sus iniciativas.

Este nivel de dominación llega a ser tan grande que cuando alcanza la edad adulta, el elefante todavía recuerda cuánta energía ha gastado intentando liberarse, pero en ese momento, el domador puede incluso atarlo a un fino trozo de cuerda con un palo de escoba y ya no intentará liberarse.

Los condicionamientos de la vida adulta y el proceso terapéutico

Como en la historia del elefante, muchas personas llegan a la edad adulta repitiendo patrones sin cuestionarlos. A veces dejamos de atrevernos a sobrepasar nuestros límites, porque en otras ocasiones acabamos reprimidos y vivimos así creencias de que algo no está permitido o no es posible en nuestras vidas.

En el proceso terapéutico, estas "creencias" se ponen a prueba, se cuestionan y se analizan. Es como si, dentro del proceso analítico, el terapeuta fuera una persona que estimula al elefante para que lo intente de nuevo y vea que la cuerda ya no puede detenerlo. Con eso, la persona que ha crecido en un ambiente cargado de restricciones puede enfrentarse a ellas para ampliar sus límites y llegar más lejos.

Y está claro que muchas de las cosas que oímos de niños servían para algo e incluso tenían un sentido protector, pero pueden haber dejado marcas que bloqueen el potencial en la vida adulta, por lo que es importante cuestionarse cuáles son nuestras ataduras.

¿Te identificas con esta historia? Cuéntamelo en los comentarios de abajo y si te sientes limitado en algún área de tu vida, ponte en contacto para reservar una cita terapéutica. Quién sabe, quizá estés a punto de liberarte de una cuerda que te impide llegar más lejos en tu propia vida.

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